El silencio del sabio y el silencio del ignorante «

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En ciertos momentos, el silencio del sabio y el silencio del ignorante «suenan» igual y suelen confundirse, pero tienen significados muy distintos. La renuncia del sabio a evidenciar su saber en cada frase que enuncia se asemeja a la del buen pintor que selecciona entre sus recursos sólo aquellos que requiere para decir los más directamente posible lo que tiene que decir en ese momento. Por su parte, tanto el ignorante como el pintor sin recursos que intentan impresionar y que no tienen a qué renunciar, hacen la comedia del renunciamiento. Sin embargo, para un ojo educado, esas trampas no pasan inadvertidas y hasta en un simple garabato es posible distinguir si lo que hay detrás es alguien sensible y conocedor del oficio o lo contrario.

Eduardo Cohen. Hacia un arte existencial. Reflexiones de un pintor expresionista. p. 57. UNAM, México, 1993.