Archivo de la etiqueta: Eduardo Cohen

Humor teñido

Eduardo Cohen tenía un sentido del humor teñido siempre de crítica mordaz e ironía.

Por ejemplo, sabía de las envidias entre colegas de un mismo oficio incluida la creación artística, por lo que no perdía la oportunidad de hacer evidente ese sentimiento.

Fue así como en un catálogo de una de sus exposiciones donde él mismo escribió el texto que lo acompañaba, una de sus frases fue: “No me interesa tanto triunfar como artista, como ver a los otros fracasar”.

Una buena carcajada del quien leía esto, era su gran satisfacción.


Esther Shabot, viuda de Eduardo.

“Los propósitos de la mirada”

El caso de Eduardo Cohen nos enfrenta con un artista que desarrolló su talento al margen de los círculos institucionales y que, con razón, se consideró a sí mismo un outsider, en la medida en que no participaba en el gran circo publicitario del arte… fue alguien que producía sin importarle el mundo de las galerías o de la cultura institucionalizada de nuestro país.

En esa dirección fue un anarca en los términos en que Ernst Junger define esta posición: aquél que conserva sus valores intactos no obstante los embates de la historia o de la realidad cotidiana.


Fragmento del texto de Roberto Vallarino en “Los propósitos de la mirada”
Eduardo Cohen 1939-1995, p. 155. UNAM, México, 1997.

Descanse en paz de Moisés Cohen

En esta ocasión este blog no se referirá al artista Eduardo Cohen. Su hijo
mayor, Moisés, conocido familiarmente como Moy, falleció hace tres
meses a los 59 años de edad debido a una larga enfermedad neurológica.
Por tanto, estas líneas estarán dedicadas a recordar la lealtad de Moy a la
memoria de su padre, manifestada en su comportamiento regido por los
valores de honestidad y amor a la cultura, lo mismo que por un acendrado
respeto hacia sus semejantes, valores que sin duda caracterizaron a
Eduardo.


Moy fue quien emprendió el proyecto de fotografiar y organizar el legado
pictórico de su padre en un afán, como él lo llegó a expresar, de retribuirle
lo mucho que le dio en vida. Psicólogo de profesión, lector incansable de
buena literatura, interesado en la ciencia e intenso gozador de la música,
fue también, sobre todo, hijo, esposo, padre, hermano y amigo ejemplar.
Moy sigue siendo una parte entrañable de las muchas vidas a las que tocó
con su empatía, humor fino, sensatez y espíritu crítico que desafiaba los
convencionalismos y brindaba a quienes le rodeaban ráfagas valiosas de
una cierta sabiduría que trascendía los lugares comunes y los simplismos
reduccionistas. Una mezcla de inteligencia privilegiada con humildad. Esa
humildad de quienes no necesitan el aplauso del mundo para afianzarse con
seguridad en la vida.


Descanse en paz el tan querido Moy.
Esther Shabot

Tinta 22

Artista

Yo, como artista, como dibujante figurativo, trato de confeccionar con mi
trabajo un mundo a todas luces falso, donde los personajes y la escenografía tienden constantemente a escapar de las reglas de la lógica y de la verdad institucional. Es decir, en mis dibujos se efectúa una especie de fuga de la realidad (o de lo que llamamos realidad). Y no es cierto que con esto pretenda alcanzar una verdad absoluta que trascienda nuestra vulgar cotidianidad. Confieso que me basta con asistir, entre curioso y asombrado, al surgimiento lento de escenas y personajes que van asomándose imprevisiblemente hasta instalarse en la superficie del papel; seres -como yo- resignados a poblar gratuitamente un mundo absurdo.
Eduardo Cohen, texto no publicado y sin fecha, encontrado en su archivo personal.

Reflexiones de un pintor expresionista

Todo conocimiento es principalmente plagio. Un argumento a favor de que
todo conocimiento es vivenciado como plagio es el incómodo sentimiento
de culpabilidad que se experimenta cuando se expresa una opinión que ha
sido tomada prestada de algún otro, pero que aún no ha sido interiorizada.
El tiempo que tarda uno en «olvidar» la fuente puede variar, pero
finalmente, una vez consumado el olvido, el conocimiento pasa a
convertirse en parte de nuestro repertorio personal. La mala conciencia es
síntoma pues de que aún no nos hemos apropiado de ese conocimiento
particular. La diferencia así entre un conocimiento plagiado y uno propio,
es entre el ayer y el hoy. El plagio de ayer es nuestra autenticidad de hoy y
el plagio de hoy será nuestra autenticidad de mañana.

Eduardo Cohen. Hacia un arte existencial. Reflexiones de un pintor
expresionista, p. 97. Editorial Anthropos. Barcelona, España, 2004.

Eduardo Cohen y los propósitos de la mirada

En los últimos meses de su vida, entre 1994 y 1995, en los momentos de
calma que le permite la enfermedad, Eduardo Cohen hace del óleo una
manera de recobrar sus ánimos de vivir. Para él, la pintura es un arrojo que
se permite. De pronto pierde la vista, luego la recupera y toma los pinceles
para concretar un trabajo sin par en donde hay que robarle unos minutos
más a la existencia. Vistos esos cuadros lo que queda es una manifestación
de agitaciones y de dolor. Cohen se afirmaba en esa negatividad, en esa
rebeldía que lo hizo uno de los grandes artistas de este siglo XX mexicano
y uno de los mayores dibujantes de este continente del que tanto descreía
Borges.
Andrés de Luna. Eduardo Cohen. Los propósitos de la mirada. P.56,
UNAM, México, 1997.
Blog Eduardo cOHEN

LA IRRACIONALIDAD DE ARTE

La «irracionalidad» del arte es como la del sueño: una racionalidad sui
generis. Tanto el sueño como el arte operan con múltiples niveles de
significación porque no nacen de determinaciones sociales puras, sino que
interviene en ellos un sujeto siempre singular en su biografía a pesar de
insertarse en una cultura homogeneizada por poderosos medios de
comunicación. Esta unicidad de cada sujeto deriva tanto de factores
genéticos como existenciales irrepetibles. Lo que hace que el arte sea algo
más que un producto de las circunstancias sociales y la cultura circundante
es el componente de la obra no programado deliberadamente, sino producto
de esa unicidad, consciente e inconsciente, del sujeto creador.
Eduardo Cohen, charlas con alumnos, 1992.

Eduardo Cohen (Perspectiva de Esther – Esposa)

Eduardo Cohen fue mi marido durante 31 años, por lo que fui testigo de su
desarrollo artístico más productivo e intenso. Disciplinado y voraz lector,
compensó su falta de educación formal en los círculos académicos
tradicionales, con una curiosidad insaciable que lo hizo acercarse a un
sinnúmero de disciplinas, más allá del campo de la estética.
Llegó a tener una visión tan amplia del quehacer humano, que conjuró los
clichés más socorridos y se atrevió a poner en duda las certezas más
petrificadas por el establishment social de su tiempo. De ello dan fe sus
escritos, en los que manifestó su rechazo a las fórmulas solemnes y su uso
del humor autocrítico y ácido para desarmar los lugares comunes y la
autocomplacencia que privaba en ciertos círculos privilegiados.
Generoso con sus alumnos y genuinamente amoroso con sus seres
queridos, enseñó con el ejemplo. Nunca estuvo dispuesto a transigir para
ser aceptado, por lo que su obra fue desafiante, provocadora, nunca
dispuesta a la cursilería ni mucho menos a las exigencias de los snobismos
diversos que florecieron en su tiempo.
Esther Shabot, julio, 2022.

Reflexiones de un pintor

Todo cambio sustancial en la historia del arte provoca un cambio en la
sensibilidad social. No es necesario que la gente común, que nunca va a
una galería o a un museo, conozca la obra de Picasso para ser afectada por
ésta. La imaginación plástica e iconográfica de Picasso ha penetrado, a
estas alturas, en el código visual de la cultura popular. La televisión, el
cine, los afiches, los comics y las ilustraciones de todo tipo se encuentran
contaminados por la lección revolucionaria de Picasso. Y sin tener
conciencia de este fenómeno, el gran público ha asimilado nuevas
capacidades de descodificación de imágenes sintácticamente complejas.
Eduardo Cohen. Hacia un arte existencial. Reflexiones de un pintor
expresionista, p. 135. Editorial UNAM, 1993, México.