Eduardo Cohen rechazó siempre la solemnidad que a menudo acompaña a
quienes se toman la vida y a sí mismos demasiado en serio. Por ello se atrevió
a redactar en algún catálogo de su obra, frases que se burlaban jocosamente de
los lugares comunes que a menudo acompañan los discursos de ciertos artistas
que con voz engolada insinúan poseer, en razón de su actividad artística, una
especie de superioridad humana.
Ejemplo de una de esas frases: “Para mí,
pintar es tan importante como respirar; pero gustosamente dejaría de pintar si
me rindieran honores por respirar”.
EC.