Han pasado 29 años desde la muerte de Eduardo Cohen. Los cambios que
desde entonces se han producido en la forma como vivimos y nos
comunicamos han sido de tal envergadura, que cuando su familia cercana y
sus amigos reflexionamos acerca de todo lo que no alcanzó a ver, cobramos
conciencia de la sorpresa y el desconcierto que lo invadirían, si él resucitara y regresara a este mundo nuestro de 2024. No entendería que es Internet, el
email, el WhatsApp, el Instagram o un teléfono inteligente.
Le causaría asombro cómo los nuevos instrumentos tecnológicos permiten diseñar con rapidez y eficiencia, lo que antes llevaba días y meses de trabajo. No creería lo que el ChatGpt puede lograr, pero muy pronto esta herramienta, una vez entendida, sería motivo para desarrollar una reflexión profunda acerca del futuro de la humanidad. Sobre todo, se divertiría con todo lo nuevo que está a la mano, como juguete novedoso que cautiva. Y sin embargo, su ojo agudo y su mano maestra, seguirían trabajando sobre el papel con el mismo placer de antes.