Recordando a Eduardo Cohen

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Me entusiasma escribir un relato a partir de la exposición que se inauguró el 24 de marzo ¨Recordando su mirada¨ del pintor Eduardo Cohen, ¨Lalo¨, para quienes lo conocimos. Un año después de su muerte cuando Anajnu Veatem, un grupo muy importante de baile israelí rindió un homenaje a este artista excepcional. Yo tuve una cercana colaboración con él y era parte de su familia.

En 1990 Lalo vio una de mis coreografías en el Festival Aviv y me dijo, ¨ambos somos expresionistas¨. Me entusiasmó su afirmación y  me incluía en su clan. Era una clara aceptación a mi trabajo, a mi obra y me invitaba a acercarme a él, a quien yo admiraba profundamente.

Ese mismo año lo invité a colaborar en una obra que estaba realizando, una coreografía basada en la novela de Haim Potok titulada ¨Mi nombre es Asher Lev¨. El tema lo entusiasmó y realizó un desnudo expresionista, mismo que aparecía en la obra a manera de escenografía. Era un original de su puño y firma.

Después él enfermó, llegó una segunda colaboración esta vez con el Ballet Teatro del Espacio. Realicé una coreografía sobre el proceso creativo de un pintor en su estudio, las musas, las frustraciones, los destellos creativos en medio de una ola de sacudidas estéticas.

En retrospectiva pienso que estas dos obras acerca de la pintura y la creación son un reflejo de la fuerte influencia que Lalo tenía en mi persona y en mi trabajo, yo le admiraba su desprendimiento de lo material y su profunda mirada. Su obra me desafiaba, me sacudía, me invitaba a participar artísticamente y a preguntarme lo que pretendía y lo que no pretendía de mi propia creación artística. Indirectamente me invitaba a desechar lo vano, lo vacío y lo estéril.

Anajnu Veatem se impregnó de óleos y de tinta. Los bailarines entendieron que reinterpretar escénicamente la obra pictórica de un gran artista era una oportunidad de darle lugar a este hombre universal, entregándose en cuerpo y alma al proyecto.

Lalo empeoró, su enfermedad lo carcomía. Afortunadamente pudo gozar de un intenso trabajo creativo los últimos meses de su vida. Además de su obra pictórica publicó la UNAM un bello libro reflexivo y lúcido ¨Hacia un arte existencial¨ como testigo de esos últimos meses.

La obra trascendió y la logramos presentar en distintos foros. Este grito por la vida, esta intensa manera de entender la creación llegó a infinidad de públicos.

Hoy a veinticuatro años de su partida, disfrutando de esta exposición le escribí a su esposa Esther que es impresionante ver sus obras, algunas de ellas viejas conocidas me siguen sobrecogiendo en su tremenda introspección. Su obra me exprime y otros cuadros nuevos para mí me revelan una nueva partitura que agradezco con entusiasmo.

Agradezco inmensamente haber sido cómplice de Eduardo en algunos de los pasajes de su vida creativa. Colaborar con él me marcó y me encaminó.

 

                                                                                              David Attíe